lunes, 22 de agosto de 2011

¿Miguel Ángel en Constantinopla?


“He aquí que desembarca
Michelangelo Buonarroti en el puerto de
Constantinopla el jueves 13 de mayo de 1506. Apenas
la fragata está amarrada, el escultor salta a tierra”.
¿Qué se le había perdido a Miguel  Ángel  en Constantinopla?
Habrá que leer la obra de Mathias Enard para enterarse.
 Dice el autor francés que una de las escapadas de Buonarroti  huyendo de las insistencias de Julio II para que comenzase de inmediato la construcción de su mausoleo, le llevó a la capital bizantina que había sido conquistada por los otomanos en 1453. Beyacid II, hijo del conquistador Mehmet, proyectaba un puente y necesitaba un ingeniero para que lo diseñase.
Se trataba de unir las dos riberas del Cuerno de Oro. Nada que ver con el puente Gálata que une los dos barrios Karakoy y Eminonu de la moderna Estambul.
Hacía apenas un par de años que el escultor había acabado su David, encargo recibido de la Junta de Obras de Sta. María dei  Fiore, la catedral de Florencia. Aún faltaba mucho para que se hiciera cargo de los frescos de la Capilla Sixtina  de Roma.




Lo dicho: habrá que leer la obra de Mathias Enard.
De todos modos es muy sugerente la idea de la presencia de Miguel Ángel Buonarroti en Constantinopla. Resulta atractivo situar al principal exponente del  Renacimiento italiano en la capital de los herederos del legado helénico al que el régimen teocrático bizantino había privado de su tinte de humanismo.  El intento de los renacentistas del cinquecento italiano de recuperar los valores del mundo griego rompiendo el encorsetamiento de la ortodoxia cristiana también se vio frustrado por la imposición de una ideología que niega por principio el valor de lo humano por sí mismo.

lunes, 15 de agosto de 2011

el porqué

...hay ocasos y ocasos. El de cada día, además de encandilarte con el sol que se oculta tras los pinos para finalmente desaparecer, te hace pensar en que  sí te tomaste por la mañana la pastilla de la tensión pero que sin embargo olvidaste, una vez mas, llamar a Maribel y pedirle hora para que te arregle estos dichosos callos que te destrozan los pies. De mañana no pasa, lo mismo que la pipeta de Pako, que hay muchos matorrales por aquí y muchos bichejos ansiosos de anidar en las orejotas de mi perro.
 El otro ocaso es el de la vida. Cuando más que con planes de futuro se te llena la cabeza con recuerdos del pasado. ¿Pero es ese mi caso? pues no lo sé. Recien cumplidos mis quatre-vingt-deux, que dirían los franceses, claro que me viene el pensamiento del pasado que, dicho sea de paso, ha sido aceptablemente satisfactorio, pero me ocupan mucho más tiempo las dichosas máscaras de capa, los mapas de bits y los frames del Photoshop y del Flash4 que el repaso a lo que fue o pudo haber sido. ¿Por qué dirán los franceses cuatro veintes siendo tán fácil el ochenta? vaya Ud. a saber...